03/08/12 - 04/08/12
Tercer día en Xi'An. Llevo varios días comiéndome la cabeza sobre si ir al "Monte Hua" o no, ya que el parte meteorológico no es bueno, y me han recomendado que si está nublado (como de costumbre), no merece la pena pegarse la paliza. Además me dicen que está lleno de gente y es mejor hacer la subida de noche para llegar y ver el amanecer.
Para no comerme la cabeza aprovecho la mañana para visitar el Museo del Bosque de Piedra, lleno de famosos escritos de Confucio tallados en piedra, y una amplia variedad de esculturas. La verdad que no ha sido muy interesante. Me vuelvo a mi Hostel, no sin antes pararme en un centro comercial para hacer una "compra especial".
Finalmente me decido, y firme me preparo para dejar mi habitación, dejar mi mochila en cosigna y coger lo estrictamente necesario para acometer la subida nocturna: Frontal, sudadera, agua, algo de comer, mi guía y mi cámara.
Dicho y hecho me voy a la estación de tren, ya que leí en algún sitio que tardaba media hora, mientras que el autobús tardaba unas dos horas y pico. Saco billete sin problemas, aunque me dicen que es sin asiento. Me da lo mismo, lo tomo igual, por 20 yuanes.
Ya conseguir entrar en la estación es una proeza de la gran cantidad de gente que mueven las estaciones. Cuando anuncian mi tren y veo la columna milenaria de personas ponerse en marcha, me aterra pensar en lo que me espera.
Estoy en medio de un rio humano de cuerpos y equipajes del que casi me llevan involuntariamente. Sin embargo mi vagón no está colapsado, me siento en cualquier sitio (hasta que me echen) y se me une una familia China con la que comparto la casi hora y media de viaje, entablo conversación y me gano su simpatía. Wendy, Papá y Mamá (así los llamo) también van a "Hua Shan". Papá es ingeniero, de 47 años, trabaja 10 horas al día, de lunes a Viernes y medio dia del Sábado, y tiene 10 días de vacaciones al año, repartidos en varias veces nunca siendo más de 3 ó 4 juntos; y los días de fiestas casi no existen en China. Wendy, su hija estudia idiomas y me entiendo tanto en Chino como en inglés.
Con ellos tomo un Taxi hasta el parque. Son las 22:00h y nos preparamos para comenzar la subida. Flipo cuando veo que la familia va con ropa de diario, calzado de oficina y botellas de agua en mano! ...(que Budha los proteja).
El "Monte Hua" (Hua Shan), es una de las cinco montañas sagradas del Taoismo. Esta religión creía que en ciertas montañas vivían dioses subterráneos, por lo que construían en lo más alto santuarios de peregrinación para los que buscaban la inmortalidad o médicos tradicionales cuyo poder se acentuaba en este lugar.
Su punto más alto es un pico de 2.160 m, con un desnivel en subida de más de 1.500 m en 6 km, una tortura de rampas y escaleras para incluso las piernas más entrenadas. Pero lo más impresionante es el hervidero de gente que está subiendo el monte. Si no lo veo no lo creo, pero me da que más de 20.000 almas van de camino a la cima. El Monte Huà es muy famoso para los Chinos, que aunque no son en su mayoría ni Taoístas ni practicantes, pero tienen un gran respeto a este enclave ya que forma parte de su cultura.
El camino de escaleras, en su mayor parte, está sembrado de chiringuitos y pensiones, donde el agua está a precio de oro. A veces no se puede avanzar de la gente que hay. Detesto los lugares masificados.
A pesar de ello, la luna llena que acompaña durante el trayecto hace que el entorno parezca mágico. Tras cinco horas de marcha, me salto una valla para echarme a dormir una horilla en un lugar apartado hasta justo antes de que amanezca.
Ya en la cumbre Este no hay siquiera hueco. Sin embargo me hago sitio en un lugar recóndito y de nuevo siento que me sonríe la suerte. El día es soleado, y en un lugar donde el sol luce tan solo 50 ó 60 dias al año, la jornada fotográfica promete.
Mi principal motivación para venir a este parque eran sus famosos y precarios pasos verticales adosados a las paredes rocosas con rudimentarios clavos y cadenas como únicos punto de acceso. Sin embargo no encontré nada de eso. En su lugar, para acceder a este lugar ya no era paso obligado, sino una atracción turística donde había que pagar por un arnés y un par de mosquetones de seguridad para hacer un pequeño trayecto de vértigo sin salida y lo que es peor, colapsado de gente. Esto me indigna y acaba con mis espectativas de darme el chute obligado de adrenalina.
Recorro los cinco picos que alberga el monte, y me enorgullece encontrarme entre los 5 únicos occidentales que hay en todo el parque. Las vistas son increíbles, tan solo difuminadas por una ligera capa de nubes lejanas. Me piden fotos posando constantemente, y unido a la falta de sueño opto por marcharme cuanto antes.
Hago migas con unos Chinos y me marcho con ellos para coger el telecabina que baja hasta la entrada del parque. Es caro, pero aún así, consigo el habitual descuento de "Hanyu Xuesheng". Hacemos escala y pillamos el tren sobre la marcha. La vuelta en tren con las constantes cabezadas es cuanto menos penosa. Pongo fin a una jornada bien trabajada. Mañana será otro dia.